martes, 4 de septiembre de 2012

San Juan - Roncesvalles.

No me he equivocado en el título de la entrada. Está puesto a posta.

Así lo llamó la recepcionista del Hostal de Roncesvalles, cuando nosotros, muy puestos, comentamos que saliamos inmediatamente para Saint Jean.

- ¡Ah! ¡Que salís desde San Juan!

Y es que, llegar, desayunar y montarnos en las bicicletas fue todo uno. Si llegabamos a Roncesvalles a las ocho y media de la mañana, a las diez ya ibamos subiendo una vuena pendiente para calentar las piernas. Una pendiente de 1,8 kms, con rampas de un 5%, que nos llevaba hasta el puerto de Ibañeta.

En la foto se ven a Rafa y a José, delante de la capilla. Los tejados son así para que soporte las grandes nevadas del invierno.

Desde ahí, una bajada de casi 20 kilómetros nos llevó hasta San Juan.

Bajada cómoda, por carretera, donde ya pudimos comenzar a deleitarnos con los paisajes que la jornada nos tenía preparados.

Esta foto está tomada desde Valcarlos y en ella se aprecian los verdes de las montañas.

Aún no apretaba el calor, por que hizo calor y mucho. Casi los 40 º en los Pirineos. Estabamos en nuestra salsa, hasta que comenzó la subida.

El regreso lo hicimos por lo que se llama el Paso de Napoleón.

Se trata de la ruta antigua del Camino de Santiago, esa que comenté en una entrada al blog, anterior a esta.

Al poco de empezar a subir, y cuando digo poco, estamos hablando de quinientos metros a lo umo, pusimos pie a tierra y nos dedicamos a tirar de las bicicletas por rampas imposibles de subir de otra  manera.

Nos iba a dar algo, pero lo conseguimos.

Fueron 26,6 kilómetros de regreso, (no cuento los 28 kilómetros que hicimos por caretera para llegar a San Juan) casi todos andando, realizados en 3:24:15 horas (tiempo en movimiento), lo que nos da una media de 7,83 kilómetros hora, y esto gracias a una bajada trialera de unos cuatro kilómetros, que ponía los pelos de punta, y tensionaba el brazo y las manos por tener que ir frenando durante toda ella.

Como una imagen vale más que mil palabras, dejo algunas fotos de los que nos encontramos en esta durisima primera etapa.



Yo subiendo, como podía.


Una de las interminables rampas.

Los tres, en un descanso.
Los Pirineos.

El verdadero descanso, tras la llegada a Roncesvalles.


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